La videoconferencia se ha vuelto una herramienta esencial que nos ha ayudado a mantenernos productivos y comunicados, no solo en nuestro entorno laboral, también ha contribuido a mantener “cercanos” a familiares y amigos durante la contingencia que vivimos actualmente.
Es una herramienta importantísima hoy en día y las ventajas pueden ser enormes, no solo de forma particular sino también en términos sociales, económicos, ecológicos, etcétera.
Sin embargo, muchos de nosotros estamos agotados y queremos correr cuando alguien nos invita a una nueva reunión, capacitación, webinar o como sea que se nombre a un nuevo evento de videoconferencia; estamos cansados y ya alucinamos las videollamadas.
En una publicación reciente de Technology, Mind, and Behavior (TMB), una revista publicada por la Asociación Americana de Psicología (APA), Jeremy N. Bailenson el director fundador del Virtual Human Interaction Lab en la Universidad de Stanford, nos habla acerca de lo que él denomina “Fatiga de Zoom”.
En esta publicación se centra en algunos puntos que considera esenciales del porqué la plataforma Zoom nos está produciendo cansancio excesivo.
En el texto explica que se refiere a Zoom específicamente por ser la plataforma de mayor crecimiento de usuarios durante la pandemia, por tanto, se considera la más usada, pero las razones que ofrece pueden, sin duda, aplicarse a cualquier plataforma de videocolaboración.
El día de hoy quiero comentar un punto específico de los estudiados por Jeremy: La Restricción en la Movilidad Física, y no desde su escrito, sino desde mi vivencia personal; pero si les llama la atención, los invito a revisar la publicación original que es muy interesante, les dejo la liga al final.
Videollamadas con maniquíes
A lo largo de un año que hemos estado viviendo esta contingencia, las videollamadas se han incrementado muchísimo, he participado en cualquier cantidad de capacitaciones y presentaciones, que sin lugar a duda, no hubiera podido cubrir presencialmente; claro que la formación personal es importante, sin embargo, tiene una desventaja enorme, el escenario es el mismo: la pantalla de mi laptop.
¿Por qué desventaja? Cuando se toma una capacitación presencial, normalmente nos encontramos con personas conocidas, se lleva una charla social corta, te pones al tanto de las novedades y avanzas al curso; comentas lo aprendido, en un momento dado y sin interrumpir te alejas, tomas un café, vas a refrescarte, etc.
En la videoconferencia no, generalmente hay un horario previsto y se debe cumplir; porque una de las premisas más atrayentes es que aumenta la productividad.
¿Qué decir de los webinars? mucho menos hay tal charla previa, aunque estén conectados tus conocidos no tienes esa posibilidad, en muchos casos no sabes ni quién está conectado, tu única interacción es con el presentador y vía chat.
Así que, llegada la hora, solo queda sentarse y asistir, ser por un determinado tiempo preso de unos muros invisibles determinados por el ángulo de visión de tu webcam o equipo de videoconferencia, porque hay que permanecer a cuadro de acuerdo con lo socialmente correcto.
Hoy mismo en la mañana participe en un webinar donde los casi 100 asistentes jugamos sin darnos cuenta a “Las estatuas de marfil”, se nos ve a través de la cámara casi inmóviles, cuidando nuestros gestos -somos especialmente críticos con nosotros mismos-, con nula movilidad corporal, apenas estirándonos para tomar alguna nota o reacomodándonos en la silla.
Y lo he visto no solo con los adultos que colaboramos en línea, también con mis hijos que toman clases desde Google Classroom; a mi hijo de kínder le piden que salte, haga ejercicios y juegos, pero debe hacerlos dentro del ángulo de la cámara, no por instrucción precisa, pero si no lo hace así, no lo ve la maestra en turno.
A mi hija de secundaria la regañan si apaga la webcam, o sea que no puede pararse a beber algo o estirarse desde las 7 a.m. hasta su receso a las 11 a.m. Aunque use una diadema inalámbrica que le permite seguir el hilo de la clase. Es una locura.
Otra de las causas del agotamiento provocado por la colaboración en línea es el entorno donde trabajamos.
Personalmente, descubrí hace muy poco la razón de estar siempre adolorido de los brazos y los hombros, resulta que mi comedor, haciendo las veces de escritorio, es muy alto, por lo tanto, todo el tiempo trabajo con los brazos más altos de lo normal, en una posición poco natural. Al final del día estoy realmente molido.
Seguramente los escenarios son infinitos, las quejas al respecto harían montañas, pero lo importante es reflexionar acerca de cómo estamos viviendo lo que nos toca vivir, y como podemos hacer frente a nuevas dificultades que, en muchas ocasiones, no tienen sentido, pero nos causan daño físico, mental y emocional.
Resumiendo, algunas de las causas que provocan que terminemos agotados y estresados al final de un día de videocolaboración son:
· Nula movilidad, consciente o inconscientemente no nos movemos.
· Mala posición de trabajo, provocada por un área de trabajo poco cómoda y ergonómica
· Tecnología obsoleta o inexistente.
Recomendaciones
Por lo pronto algunos de los consejos para sentir menos estragos físicos y mentales de nuestra participación en la nube:
1. Probar distintas actividades físicas que nos ayuden a comenzar y terminar la jornada, ejercicios, caminatas, yoga, etc.
2. Delimitar un área de trabajo cómoda, sé que es complejo tener la silla máster de un millón de dólares, pero dentro de nuestras posibilidades es necesario cuidar nuestro cuerpo con el mobiliario, iluminación y espacio correctos. Adicional, las herramientas tecnológicas pueden ser de gran ayuda, un mouse y teclado ergonómicos pueden evitar lesiones a largo plazo, una cámara con un ángulo de visión amplio puede dar un mayor campo de acción o hasta un auricular que nos ayude a eliminar ruidos de fondo que nos desconcentran y causan estrés.
3. Sé que estar en pijama todo el día es un ideal para un adolescente, pero está comprobado que vestirse casual, casi como para ir a la oficina, beneficia psicológicamente; así que no permitamos que decaiga el ánimo y a ponerse guapos.
4. Trabajar desde casa ha sido estresante por la carga tecnológica que tuvimos que tomar sin previo aviso, para muchos las herramientas de colaboración y el uso de gadgets que eso implica ha sido un dolor de cabeza, pero es hora de tomar el toro por los cuernos y adoptar las nuevas tecnologías, que no hay marcha atrás con esto. En la web hay infinidad de tutoriales, videos, infografías y demás material para facilitar la tarea de adopción. Incluso en Voxium podemos asesorar con mucho gusto, somos fans de la tecnología.
5. Toma descansos, en la oficina seguro lo hacías y son necesarios para no terminar frito la jornada; si tu casa es la nueva oficina, es válido también, ponte recordatorios en el celular y estírate de vez en cuando para relajarte, descansar y despejar la mente.
Recordemos que la red está plagada de momentos, algunos divertidos, algunos bochornosos de lo que es la nueva normalidad, aceptémoslos con alegría y paciencia y ojalá en breve tiremos un poco por la borda esas reglas no escritas de “etiqueta social en la nube”, nos veamos -los unos a los otros y a nosotros mismos- con un poco más de tolerancia y podamos participar y trabajar más relajados, sin miedo a que nos conviertan en “meme”.
AS
Bailenson, J. N. (2021). Nonverbal overload: A theoretical argument for the causes of Zoom fatigue. Technology, Mind, and Behavior, 2(1). https://tmb.apaopen.org/pub/nonverbal-overload/release/1#noo0ut6clhz